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Lunes, 11 de julio de 2011  |  NÚMERO 53 Acceda a nuestra hemeroteca
en primera persona
FRANCISO CAAMAÑO, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO, INVESTIGA SU REPERCUSIÓN EN LA SALUD DE LA POBLACIÓN
Los incendios aumentan el consumo de fármacos respiratorios entre los pensionistas
Las mujeres consumieron mayor número de medicamentos que los hombres
Marta Gómez. Madrid
Con el objetivo de poder prevenir las consecuencias de los incendios forestales sobre la salud mental y respiratoria de la población, la Universidad de Santiago ha realizado un estudio, publicado en la revista Environmental Health, donde se analiza el consumo de fármacos en los incendios forestales de 2006 en Galicia. Esto que podría ser un hecho del pasado sigue siendo actualidad con la llegada de la estación estival donde se disparan los incendios forestales en toda España. Francisco Caamaño, profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago e investigador principal del estudio, descubre cuáles son los datos más relevantes de esta investigación.

Francisco Caamaño.

¿En qué ha consistido el trabajo?

Nosotros trabajamos en la Universidad de Santiago. Nuestro campo de estudio es la enfermedad desde la perspectiva comunitaria y preventiva. Cuando en 2006 surge en Galicia la ola de incendios, más allá de la visión de las consecuencias directas, tales como las pérdidas humanas, forestales y materiales, vimos en estos acontecimientos una oportunidad de estudio dentro de nuestro ámbito de trabajo. Era un momento ideal para valorar a población afectada, “contaminada” y no afectada, y ver qué consecuencias tenían estas situaciones en la salud de la población.

Cuando me refiero a población “contaminada”, me centro en aquellas personas, cercanas a los lugares en los que se produjeron los incendios, y que, en alguna medida, también fueron afectadas, aunque no de manera directa. A partir de esta situación comenzamos a analizar posibles daños.

¿Y a qué conclusión llegaron?

Los daños pueden ser varios, pero decidimos analizar la afectación respiratoria y mental (estrés, ansiedad…). La cuestión entonces fue decidir de qué manera desarrollábamos la evaluación. Podríamos haber utilizado datos como los ingresos hospitalarios o las consultas de Primaria, pero pensamos que no darían un buen reflejo de la casuística, ya que habría urgencias no registradas y consultas de Primaria en las que no se habrían incorporado datos al respecto. Esta reflexión nos llevó a apostar por los medicamentos. Disponemos del dato, mes a mes, tenemos información sobre fármacos de cualquier provincia española y lo que era más importante, contábamos con datos antes y después del incendio, tanto en zonas que ardieron, como limítrofes o alejadas.

¿Y cuáles fueron los resultados?

Llegó a establecerse que en los meses posteriores al incendio el consumo de fármacos de los municipios que ardieron aumentó alrededor de un 11-12 por ciento en la población pensionista. Concretamente, en medicamentos respiratorios se produjo un incremento del 12,09 por ciento en mujeres y un 10,29 por ciento en hombres. Para realizar esta evaluación, analizamos por separado hombre y mujeres, ya que las media de consumo en fármacos son diferentes.

No obstante, es importante destacar que seguramente esta cifra fuera mayor, debido a la población que por cercanía estuvo “contaminada” por las circunstancias y sufrió situaciones de estrés y de malestar.

¿Por qué el dato de aumento que ofrecéis se centra solo en población pensionista?

Porque en la población activa no se registró un incremento del consumo de fármacos respiratorios. Sin embargo, en ansiolíticos sí que comprobamos un aumento de consumo en hombres, tanto activos como pensionistas.
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