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Viernes, 30 de septiembre de 2016  |  NÚMERO 85 Acceda a nuestra hemeroteca
LOS PROTOCOLOS DE CRIBADO REDUCEN LA INCIDENCIA UN 78%
La tuberculosis aumenta en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas con tratamiento inmunosupresor
Es obligatorio detectar y tratar la infección tuberculosa latente para reducir el riesgo de progresión
Redacción. Madrid
El riesgo de padecer tuberculosis ha aumentado en los pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas que reciben tratamiento inmunosupresor, en particular en aquellos tratados con terapia anti-TNF (factor de necrosis tumoral).  En este sentido, el desarrollo de las terapias biológicas, en esta última década, ha supuesto un cambio definitivo en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante, la colitis ulcerosa, la psoriasis y la artritis psoriásica, entre otras. En los pacientes con dicho perfil clínico, la detección de la infección tuberculosa latente y el inicio de su tratamiento son acciones obligatorias que permiten reducir el riesgo de progresión a enfermedad tuberculosa.

Algoritmo de actuación para la evaluación de la infección tuberculosa en pacientes candidatos a tratamientos con anti-TNF. Imagen: Archivos de Bronconeumología.

Distintos estudios han demostrado que el diagnóstico de infección tuberculosa latente en los pacientes y su tratamiento preventivo con isoniazida (INH) durante nueve meses reducen la probabilidad de progresión tuberculosa activa. Sin embargo, dado que se siguen observando casos de tuberculosis, incluso después del tratamiento preventivo, resulta necesario revisar los protocolos y buscar mejoras en la sensibilidad y especificidad de las pruebas de diagnóstico para mejorar el abordaje terapéutico en la población con enfermedades inflamatorias mediadas inmunológicamente.

“La falta de unas guías consensuadas entre las sociedades científicas implicadas del país justifica la necesidad de implementar un documento de consenso basado en la evidencia científica disponible y en el consenso de un grupo de expertos con el fin de actualizar la información existente y las recomendaciones anteriores”, explica Isabel Mir, neumóloga y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). “El principal objetivo sería el facilitar el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes que son candidatos a terapias biológicas. La introducción de protocolos de cribado de la infección tuberculosa latente en pacientes candidatos a terapia anti-TNF (factor de necrosis tumoral) ha reducido la incidencia de tuberculosis en más del 78 por ciento de los casos”.

Mir ha participado en la realización del documento de consenso sobre la prevención y el tratamiento de la tuberculosis en pacientes candidatos a tratamiento biológico, publicado en la revista científica de Separ, Archivos de Bronconeumología. “Este documento de consenso resume la opinión de expertos y los conocimientos actuales sobre tratamientos biológicos, incluidos los bloqueantes del TNF. También se establecen recomendaciones para la utilización de las técnicas de liberación de interfenón-gamma (IGRA) y la prueba de la tuberculina (PT) para el diagnóstico y el tratamiento de la infección tuberculosa latente”, explica.

La infección tuberculosa está causada por la inhalación de bacilos viables que, por lo general, persisten en un estado latente, más conocido como infección tuberculosa. Sin embargo, estos pueden progresar rápidamente en algunas ocasiones y originar enfermedad tuberculosa activa.

Cabe destacar que las personas con infección tuberculosa permanecen asintomáticas y no son contagiosas. “En la mayoría de los individuos, la infección inicial por M. tuberculosis queda contenida por las defensas del huésped y queda latente. Sin embargo, esta situación de latencia puede convertirse en enfermedad activa en cualquier momento”, asegura.

El riesgo de infección latente se detecta mediante factores como la exposición conocida a un caso contagioso, la edad, el país de origen y la historia laboral y social, incluidos los viajes a países endémicos y la exposición reiterada a colectivos de riesgo (instituciones cerradas, personas sin techo o usuarios de drogas). Las técnicas diagnósticas como la prueba de la tuberculina y el test de los IGRAs nos confirmaran el diagnóstico. El tratamiento más adecuado de la infección se realiza con isoniazida durante nueve meses siempre antes del inicio del tratamiento biológico.

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