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NEUMOLOGÍA AUTONÓMICA |
CON PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA, FRANCESA Y ALEMANA | |
El Centro Príncipe Felipe, en busca de fármacos contra la tuberculosis | |
En variantes de la enfermedad, el patógeno causante se vuelve resistente a los fármacos tradicionales | |
Redacción. Madrid El origen del proyecto se encuentra en la apertura, por parte de la empresa farmacéutica GSK, de una porción de su librería de compuestos, entre los cuales la entidad ha identificado previamente aquellos que atacan y erradican al patógeno causante de la enfermedad (“mycobacterium tuberculosis”). Sin embargo, aunque se ha comprobado la eficacia de estos compuestos, hasta el momento se desconoce el mecanismo que los hace actuar.
Por esta razón, el objetivo principal del estudio es precisamente encontrar el “modo de acción” o mecanismo de estos compuestos antituberculosis caracterizados por GSK e identificados como agentes funcionales capaces de atacar al patógeno causante de la tuberculosis. En concreto, el proyecto está liderado por Marc Marti-Renom, investigador principal del Laboratorio de Genómica Estructural del CIPF, encargado de coordinar los esfuerzos científicos del equipo. Además del CIPF como coordinador, la presencia española está representada por Lluís Balell, de la empresa farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK). Los equipos franceses proceden por una parte del Institut Pasteur, liderados por Brigitte Gicquel; y por otra parte del Institut de Pharmacologie et Biologie Structurale/CNRS, dirigidos por el Olivier Neyrolles. El equipo alemán está representado por Matthias Wilmanns, del EMBL Hamburg Unit. En busca de los compuestos más prometedores A partir de la disponibilidad de compuestos activos contra la célula viva de la tuberculosis, el equipo de Genómica Estructural del CIPF se centrará en la parte computacional del proyecto, para predecir por medio de técnicas bioinformáticas dónde pueden estar atacando estos compuestos. Una vez obtenidos los primeros resultados, los equipos franceses serán los encargados de realizar experimentos de transcriptómica y genómica. Según explica Marc Marti-Renom, “el Laboratorio de Genómica Estructural del CIPF predice, usando la parte computacional y la parte experimental realizada por los grupos de Francia, cuáles son las posibles dianas terapéuticas de los compuestos seleccionados así como más interesantes; y de ahí pasarán a Alemania, donde se cristalizarán el máximo número de compuestos junto con las dianas que predecimos a partir de experimentos en el laboratorio”. La idea final es repetir el proceso cuantas veces sea necesario, para introducir información en los modelos computacionales creados con el propósito de mejorarlos. El objetivo es seleccionar, entre los compuestos originales, aquellos más prometedores, de eficacia comprobada, e intentar mejorar las propiedades de los mismos. “Si ya sabemos que estos compuestos son activos contra la tuberculosis, ahora hay que encontrar el por qué, y avanzar en el conocimiento y selección de los mejores, en la búsqueda de un tratamiento efectivo de la enfermedad”, apunta Marc Marti-Renom. En los últimos tiempos, la disponibilidad de la secuencia del genoma de la bacteria de la tuberculosis ha permitido numerosos avances en el campo, aunque todavía no se ha llegado a la identificación de candidatos a nuevos fármacos. Por ello, el conocimiento aportado en este sentido representa un paso más para lograr tratamientos efectivos que lleguen lo más rápido posible a los pacientes. Una enfermedad con una elevada incidencia en la población Hoy en día, la tuberculosis es más prevalente en el mundo que en ningún otro tiempo de la historia. Actualmente afecta ya a un tercio de la población, y se estima que solo este año habrá 9,8 millones de nuevos casos. Por ello, descubrir y desarrollar nuevos fármacos se presenta como uno de los retos actuales para poder llegar cuanto antes a la aplicación clínica. Se trata además, de una enfermedad que afecta sobre todo a países del Tercer Mundo, con una presencia destacada en África, donde existe la preocupación de que confluyan tuberculosis y SIDA con la posibilidad de causar una epidemia de consecuencias devastadoras. La bacteria de la tuberculosis, el “mycobacterium tuberculosis” o patógeno responsable de la enfermedad, usa diversas estrategias para sobrevivir en condiciones hostiles y evadir las respuestas del sistema inmune. De hecho, existen dos cepas denominadas MDR-TB (multi-drug resistant tuberculosis), y XDR-TB (extremely-drug resistant tuberculosis); que son resistentes a los tratamientos actuales contra la enfermedad, y por tanto imposibles de combatir con los antibióticos y las líneas de defensa disponibles hoy en día. El ratio de mortalidad se eleva a más del 50% cuando la enfermedad está causada por alguna de estas cepas. A estos casos particulares, se une la necesidad de encontrar un método eficaz de detección, ya que a menudo el patógeno puede estar dentro del organismo en estado latente, y manifestarse con virulencia tiempo después. Como señala Marti-Renom, “ante este desafío se hace patente la necesidad de nuevas fórmulas y nuevos fármacos que intenten afrontar el problema, con estrategias dirigidas por una parte a la mejora de antibióticos, como reducir el tiempo de tratamiento y convertirlo en monodosis para hacerlo más sencillo; y por otra parte a encontrar nuevos compuestos capaces de atacar a las cepas resistentes, donde fallan todos los tratamientos actuales”. |